#AntesyDespués (1922 – 2010) | Le Corbusier | Villa Besnus Paris, Francia.
vía: Vaucresson by RUAMPS Visto en Stepienybarno
«¿Qué color vemos cuando vemos un color desteñido? El azul que tenemos delante lo vemos como habiendo sido otro azul más intenso y este mirar el color actual con el pasado, a través del que fue, es una visión activa que no existe para un espejo, es una idea(…) Sin necesidad del discurso, en una visión única y momentánea, descubrimos el color y su historia.»
[Ortega y Gasset, J.: „Meditaciones del Quijote“ (1914). En: Obras Completas. Madrid: Revista de Occidente, 1963, vol. 1, p. 336]
Esta mañana me encontraba ante la comparativa de la Villa Besnus de Le Corbusier y, al mismo tiempo, se cruzaba entre mis textos uno de Ortega y Gasset.
Aquí, reflexiones, relaciones y cuestiones que me surgen de todo ello.
¿Hasta qué punto somos capaces de eliminar de nuestra vista los mantos posteriores y quedarnos con su esencia?
¿Somos conscientes de lo qué suponen todas esas capas de historia?
La ciudad es cambiante, así lo son sus edificios…, pero a veces tenemos duda en realizar una u otra intervención. Se tiene miedo a intervenir en el patrimonio, a dejar madurar a los edificios, so pena de dejarse llevar por el libre albedrío o, peor, por alguna corriente estilística que la destroce.
Así, no puedo evitar recordar el caso del Teatro de Sagunto y todo el litigio sucedido a causa de su restauración.
Este teatro, construído en el siglo I d.C., fue el primer edificio declarado Monumento Nacional de España, en 1896. Han sido muchos los artículos escritos y publicados sobre el caso, por lo que una rápida búsqueda en la red será suficiente para observar la cantidad de defensores y detractores que ha tenido, y tiene, dicha obra.
Foto: vía diariodelviajero.com
Las distintas interpretaciones de la Ley de Patrimonio (1985) en base a la rehabilitación de monumentos, refiriéndose a la utilización de “materiales originales o idénticos” en la intervención del patrimonio monumental valenciano, daban paso a dos corrientes encontradas.
Por un lado estaban los que apoyan la posición de los arquitectos Manuel Portaceli y Giorgio Grassi (responsables de la intervención), la cuál según los autores, permitía reconocer y conservar las ruinas originales romanas permitiendo «liberar su alma». Y por otro lado, sus opositores, quienes abogaban por una intervención arquitectónica actual, respetuosa con el estilo de los edificios antiguos y con los restos originales que han sobrevivido con el paso del tiempo.
Todo ello fue aprovechado por la clase política provocando un proceso judicial que duró más de 17 años en el que, finalmente, la sentencia falló en contra de la restauración.
Portaceli y Grassi expresaron que el monumento rehabilitado se debía entregar de forma definitiva «al ciudadano, para su uso y disfrute» llegando a solicitar que finalizara la confrontación por una obra que entendían ya consolidada:
«La reconstrucción del pabellón de Arte Contemporáneo nos ha permitido entender hasta qué punto resulta utópico confiar en la realización de una copia perfectamente idéntica de un edificio destruido; si se desea que el edificio reconstruido pueda ser destinado a usos y personas de hoy en día, si se quiere adecuar a las exigencias actuales, es necesario (e inevitable) llevar a cabo modificaciones y variaciones en el modelo de partida: lo importante es conseguir que esas modificaciones guarden armonía con el original y no alteren o traicionen su concepción proyectual».
Políticos a parte, …
¿Aberración o evolución?